Esta semana nos ha faltado un poco de protocolo y para no dejarlo en el olvido, ahí va vuestra protocolaria dosis semanal de Saber Estar.
El último post trató sobre la NATURALIDAD algo que, como dije, es primordial en las relaciones personales. Sin hacer más hincapié en esta cuestión, pasaremos a tratar el tema del RESPETO.
El respeto es, básicamente, aceptar y comprender la forma de ser, de pensar, de actuar y de relacionarse de las personas. Ser respetuoso es un punto a nuestro favor en cuanto a las reglas mínimas de convivencia interpersonal.
Para que nos entendamos, cuando queremos ser respetuosos (un hábito que todos deberíamos poner en práctica) debemos ser conscientes de lo que implica, pues no se trata sólo de serlo con los demás, sino también con uno mismo. ¿A qué me refiero con esto? El respeto que manifestamos hacia el prójimo suele ser el reflejo de nuestra autoestima y del respeto que nos tenemos a nosotros mismos. En el fondo, es tener la capacidad de adaptarse a las circunstancias de la otra persona sin herirle.
Para ello, debemos olvidarnos de actos tales como: gritar, imponer nuestra autoridad frente a los demás, insultar, ser groseros u ordinarios en nuestras palabras o gestos, lanzar ironías punzantes, comentarios cínicos, cualquier tipo de violencia física o psicológica... En cambio, un buen modo de actuar que favorecerá siempre la comunicación y la convivencia, estará marcado por un buen tono de voz, escuchar a los demás, ser transigente, facilitar ayuda a quienes la necesitan y saber cuándo somos nosotros los que la necesitamos, dar las gracias y pedir disculpas cuando corresponda.
En realidad, ser respetuoso no es un descubrimiento del siglo XXI pero sí es verdad que muchas veces exigimos algo que somos incapaces de realizar. Por ejemplo, ¿cuántas veces yendo con prisa por la calle, nos chocamos con alguien y no nos giramos a pedir disculpas? Probablemente será el mismo número de veces que cuando otro se ha chocado con nosotros, se ha ido tan campante sin decir nada.
Para cambiar estas rutinas negativas de la vida cotidiana, la cadena de valores debe empezar por las actos que realiza uno mismo con los demás.
Pequeños actos de gran importancia:
- "Es de bien nacido, ser agradecido" y como diría Mamá: "Las palabras mágicas que jamás se pueden olvidar son 'por favor' y 'gracias'".
- Ceder el sitio a los mayores en el transporte público (no vale mirar por la ventana como si no estuvieran ahí).
- Para ser escuchado, primero debemos saber escuchar la opinión de los demás. Por ser diferente a la nuestra no significa que sea peor.
- Algo que a todos nos cuesta muchísimo y que sería de agradecer: dejar a un lado nuestros teléfonos móviles en las comidas, reuniones... (dejarlo a un lado, no significa colocarlo al lado de los cubiertos en la mesa).
- Respeta y serás respetado. Tu ejemplo puede ayudar a otros a darse cuenta de su error.
Todo resumido en esta viñeta de Mafalda y Miguelito:
Besos,
B.
P.D: ¿Qué otras prácticas respetuosas se os ocurren? ¿Por dónde empezaríais vuestra cadena de respeto?
ME HA ENCANTADO LO DE LAS PALABRAS MAGICAS. AL MENOS CUANDO OS HABLABA NO PASABA UN CARRO. UN BESITO. MAMI.
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