Siguiendo con el Saber Estar, existen otras maneras de llegar a comportarse adecuadamente que favorecen nuestra relación con otras personas. La prudencia, la discreción y la sencillez, son algunos elementos que nos ayudarán a mantener el control cuando nos relacionamos. Estos consejos podemos aplicarlos diariamente con nuestros amigos o familiares y, sobre todo, en el trabajo. Así favoreceremos nuestras relaciones personales y demostraremos una templanza ejemplar.
Para empezar, un elemento clave es la prudencia, pues es el reflejo de la actitud, comportamiento, acción, palabra, reflexión, realización, comprensión, decisión, consecuencia, habilidad, rectificación, compromiso... La persona prudente puede actuar con razones y en base a la lógica, ya que sus actos están concienzudamente meditados y eso se refleja en su trato con los demás, la confianza que genera en su entorno, cuando reconoce sus errores y aprende de ellos, cuando conserva la calma en situaciones adversas, cuando ofrece un punto de vista justo y reflexiona sobre las consecuencias de sus palabras. Suele ser una persona que interviene sin interrumpir al resto ofreciendo argumentos en su defensa.
Esta forma de actuar tiene una gran relación con la discreción, pues colabora con el entendimiento, favorece la concordia y fortifica la amistad. La persona discreta no emite juicios, cuida su forma de hablar, no hace preguntas inoportunas, calla ante un comentario impertinente, sabe guardar un secreto, no impone su presencia, huye de las descalificaciones, pone por bandera la verdad y, sobre todo, no busca el protagonismo. El ser discreto es cultivar una tabla de valores éticos y morales capaces de fundamentar el tacto correspondiente a la hora de hablar, actuar y emitir opiniones sobre los demás.
Por último, otra cualidad propia del saber estar es la sencillez. Esta cualidad es la que nos lleva a mostrarnos realmente como somos. La verdadera sencillez sólo se genera en nuestro interior y de ahí deriva a la expresión externa. Lo que uno es en su interior, fluye en su exterior.
La sencillez es una combinación de dulzura y sabiduría. El proceder de una persona sencilla es natural, espontáneo y discreto ya que emplea un lenguaje apropiado, comprensible y adecuado a la situación en la que se encuentra. Para ello, no alardea de méritos o logros personales, evita convertirse en el centro de atención, aprecia a las personas que tiene a su alrededor, viste de acuerdo a la ocasión, es una persona generosa, servicial, altruista y cortés.
Modos de aplicar la prudencia, la discreción y la sencillez:
- Respetar el turno de palabra sin cortar o interrumpir a la otra persona.
- Cuando creamos que vamos a decir algo fuera de lugar o que no tiene relación con lo que se está hablando, es mejor esperar al momento apropiado.
- No querer ser el centro de atención durante las 24h. Debemos ser capaces de dejar que otros tengan su momento, al igual que nosotros tenemos el nuestro. Es una cuestión de generosidad. Los otros también importan.
- Tal y como dije en la entrada sobre el respeto, debemos cuidar nuestro lenguaje verbal y no verbal, evitando insultos y gestos inapropiados.
- Solicitar ayuda cuando la necesitamos y ser capaces de ayudar cuando nos lo piden. En algunos casos, debemos ser intuitivos con quienes nos piden ayuda ya que para muchas personas no resulta sencillo pedirlo. De esta manera, debemos ofrecernos cuando estamos viendo que alguien nos necesita.
Besos,
B.
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ResponderEliminarMe gusta mucho a tu escrita, leí el texto y me encanto sus palabras! Muy bueno!
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminarMuy bno
ResponderEliminarMe ayudó mucho. Muy bueno gracias
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